Por: José Oscar Valdez Ramírez
En el sistema romano de clientelas, el poderoso llamado patrón o patrono, se levantaba cada día teniendo a su puerta a una multitud de protegidos, llamados clientes que venían a darle los buenos días a cambio de una moneda, la espórtula (la traducción en portugués de la palabra es ofrenda), de ahí deriva el óbolo para iglesia católica o junto con los buenos días, muchos de ellos le espetaban a su patrón con el tan conocido hoy en día “¿Qué hay de lo mío?”.
Con ello se referían a qué pasaba con el puesto solicitado, con el negocio en el que querían participar, con la sinecura soñada (sinecura: empleo o cargo retribuido que ocasiona poco o ningún trabajo), extrañamente, sin embargo, esto se consideraba normal, no era corrupción para los romanos; así eran las cosas y punto, pero hasta los mismos romanos sí consideraban corruptos otros comportamientos.
Durante la República (siglos V-I a. C.), el propio sistema electoral romano facilitaba la corrupción; los jóvenes que querían hacer carrera en la política tenían que sufragarse de su bolsillo los inmensos gastos en espectáculos, comidas al pueblo y otros patrocinios para hacerse populares y poder ser elegidos para los diferentes puestos en los que consistía la carrera de los honores de todo senador.
Si no eras rico, tenías que endeudarte, las deudas podían llevarte a la ruina si no conseguías pronto dinero para pagarlas, por lo que era imperativo conseguir una magistratura que te diera acceso después al gobierno de una provincia; si conseguías esto, estabas salvado.
Cicerón decía que el primer año en la provincia servía para robar lo suficiente como para pagar tus deudas, el segundo año en robar lo suficiente como para hacerte rico, y el tercer año en robar lo suficiente como para poder sobornar a los jueces y tribunales a los que te llevaran los ciudadanos por corrupción -cualquier parecido con la corrupción en México es de no creerse-. Tal parece que los exgobernadores mexicanos siguieron este consejo al pie de la letra.
En el palacio imperial la venalidad, palabra utilizada por Paul Veyne en 1981, para referirse a la compra-venta de los puestos oficiales en el Bajo Imperio (siglos III-V d. C.), es decir, el Imperio, poder autocrático y sin control judicial, incrementó los niveles de corrupción en Roma hasta hacerla casi ingobernable.
En México no cantamos mal las rancheras, reza un proverbio popular el ‘haiga sido como haiga sido’ en las elecciones de 2018, ronda el fantasma de la corrupción y el lodo de las campañas inunda el ambiente ni a cual irle, los indecisos definirán la elección, el 35 por ciento no saben por quién votar, todos los días nos enteramos de actos de corrupción de los candidatos.
El caso de Ricardo Anaya Cortés es un escándalo, el lavado de dinero es una operación que no es simple, la Procuraduría General de la República (PGR) tiene por primera vez un expediente sólido que le fue entregado, no fue investigado, solo corroborado si la PGR no consigna a Anaya Cortés lo va a catapultar sobre Andrés Manuel López Obrador pues es el único que tiene aceptación y ha subido en las encuestas sobre José Antonio Meade Kuribreña, que va en un lejano tercer lugar si no acredita la Procuraduría el delito y no lo consigna, será el cadalso del Partido Revolucionario Institucional (PRI), elementos hay de sobra.
Sobre Meade Kuribreña deberían decirle que la omisión es un delito y López Obrador debe evitar el escándalo de las nominaciones si no quiere perder la elección, no debe cometer los errores de siempre, reza un proverbio musulmán: ‘si haces lo mismo con lo mismo el resultado es lo mismo’.
Las encuestas son engañosas verbigracia el caso Donald Trump nadie lo daba por Presidenciable y está en la Casa Blanca.
Así las cosas, la moneda está en el aire y cada día, la gente se muestra más indecisa, el puntero Andrés Manuel debe evitar tener gente polémica -qué necedad y qué necesidad-; si quiere reivindicar a Nestora Salgado y a Napoleón Gómez Urrutia que lo haga como Presidente, no antes.
Ante los indecisos, estos es un hecho que al ver estas decisiones no votarán por él, el enemigo de AMLO está en MORENA, están rompiendo y arrasando con todo, el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Encuentro Social (PES) no tienen nada, en sus cuarteles está el descontento ante al agandalle de MORENA si los operadores regionales de López Obrador no operan el fracaso será por fuego amigo.
El PRI apuesta todo para tirar a Anaya del segundo lugar y cerrar la elección, los mapaches y dinosaurios están empezando a operar, tienen poder y el dinero para hacerlo.
Así las cosas, será una elección otra vez cerrada si la línea que desean es repetir la elección del Estado de México pues ya vimos el resultado, todo esto se hubiese resuelto si tuviésemos un fiscal independiente que no sea miembro de ningún partido pero no se dio, ahora las actuaciones de PGR son cuestionadas pues no han sido muy ortodoxas.
*En este escenario la lectura es simple, las elecciones no pintan nada bien, está demasiado turbio, los actores no ayudan. Si la apuesta del PRI es que no hay oferta, ya la hizo, ganará por el ‘voto duro’, MORENA no tiene voto duro y si tumban a Ricardo Anaya, el voto se quedará en el PAN no migrará el voto, será un voto perdido y el beneficiario será el PRI.
*El otro escenario es que Anaya salga de la contienda, que el PRI tome el segundo lugar esperando que el voto del PAN emigre para Meade, pero este escenario es arriesgado, todo dependerá de la actuación de la PGR, si la actuación es deplorable el escenario será todos menos el PRI.
*Diego Fernández de Cevallos tiene un estigma que no puede con él, es el principal negociador de la ley, flaco favor le hizo Anaya a Diego después del debate donde fue candidato presidencial, el ‘jefe Diego’ tiene el estigma de Demóstenes, el brillante orador de Atenas, pues el mismo Vicente Fox se lo dijo, se hecho pa’trás.
En la obra «Noches Áticas» del escritor romano Aulo Gelio podemos encontrar el relato atribuido al filósofo griego Cristolao el cual titula «Historia de los embajadores de Mileto y del orador Demóstenes» y donde se explica cómo acudieron hasta el político ateniense, unos diplomáticos provenientes de la ciudad de Mileto con el fin de pedir ayuda y exponer un asunto de Estado.
Tras la intervención de los abogados que habían sido contratados para hablar a favor de los milesios, Demóstenes fue duro en su respuesta, dando a entender que los habitantes de Mileto no eran dignos de recibir ayuda alguna; esa misma noche Demóstenes recibió en su casa a los representantes, quienes le rogaron que al día siguiente no hablase de forma negativa de los milesios, para ello el político puso un precio por su silencio el cual fue satisfecho por los abogados.
Y así lo cumplió Demóstenes, pero de un modo original, apareció en la reunión con una larga bufanda que le daba varias vueltas al cuello y tapaba su boca indicando que no podía pronunciar palabra alguna por culpa de unas anginas
Pero aquí no acaba el relato de Cristolao, ya que éste continua explicando la anécdota de cómo durante un encuentro entre Demóstenes y el actor trágico Aristodemo de Atenas le preguntó cuánto le habían pagado por cierta actuación, contestando el actor que ‘un talento’ (moneda de la época), a lo que el político dijo con total orgullo ‘pues yo recibí mucho más por estar callado’.
En nuestro país los que ganan los debates no ganan la Presidencia de México, máxime cuando se quedan… ¡callados!