Alguien lo tenía que decir
Por: Nicolás Gochy
Este lunes 15 de mayo fue un día aciago sin duda alguna para el periodismo mexicano, dos colegas fueron brutalmente asesinados en distintas partes del país, Javier Valdez Cárdenas en Culiacán Sinaloa, periodista del semanario Río Doce y corresponsal de La Jornada; y la Subdirectora del semanario El Costeño, Sonia Córdova, de Autlán, Jalisco y de su hijo.
El reclamo no se ha hecho esperar, decenas y decenas de periodistas, esos que todos los días salen a buscar la noticia, a darle forma a los hechos y contárselos o intentar contárselos a la ciudadanía hemos levantado la voz, hemos firmado escritos, cartas, sentenciado en nuestro blogs y muros personales, hemos hecho lo que desde nuestros lados hemos podido hacer… pero estamos solos.
Solos porque la gran mayoría de los colegas, lo han tenido que hacer únicamente de esa forma, a título personal, levantando su voz sumada a unos cuantos colegas, hacer sentir su rabia, su impotencia, su temor, pero solo el suyo, no el de la empresa para la que trabaja, no el de la gran maquinaria periodística que nutre todos los días, no con el apoyo de quien hoy lo contrata y en todo momento lo deja solo.
Es más, en la mayoría de los grandes periódicos y medios de comunicación de radio y televisión, las noticias de las muertes de los dos colegas ha ocupado unas cuantas columnas, un par de párrafos y uno o dos minutos en los espacios electrónicos que están vigentes en este país y que son nutridos todos los días por la información que hasta sus redacciones hacen llegar los cientos de periodistas, hombres y mujeres que hoy más que nunca, se saben solos; solos y vulnerables.
Los políticos, incluso ellos, aún en campaña, por lo menos en el estado de México, no han publicado hasta el momento ningún señalamiento en pos de la labor de los comunicadores, prefieren invitarles una comida y una borrachera que solidarizarse con la labor que algunos desarrollan.
Y es que es precisamente por eso, porque a esta labor solo algunos le quieren entrar con todo, que hoy los periodistas estamos solos, la sociedad, esa a la que decimos dedicarnos y servir, también nos ha relegado, nos ha olvidado, nos ha segregado, y eso lo provocamos nosotros.
Y es que nosotros como medios de comunicación fuimos los primeros que nos separamos de ella, nos convino más replegarnos al poder económico y político, nos fue más favorecedor ser amigos de los poderosos que convertirnos en sus críticos, eso, la gente lo entendió y por ello, es ahora que la misma sociedad nos repele.
Conozco compañeros del gremio que en sus perfiles personales de redes sociales presumen a diestra y sobre todo a la siniestra sus fotos con los políticos del momento, abrazados del actual presidente de México, sonrientes con el actual mandatario estatal, felices recibiendo un regalo del presidente municipal; lo curioso es que en sus cuentas personales no hay referencia a uno solo de sus trabajos periodísticos, ni siquiera el que más les haya gustado.
Cada día seremos menos, lamentablemente, #nosestánmatando como perros, estamos muriendo por lo que nuestra pluma escribe, por lo que nuestro lente observa y por lo que nuestros huevos saben que se tiene que decir.
Marcela Turati escribió “nuestro oficio no es el de transcriptores o voceros de los poderosos” y hoy, esos que sí lo son… abundan.