Mañana se llevara a cabo una de las festividades pagano religiosas más importantes en este país, cuando miles de trabajadores de la construcción lleven la cruz de madera que cuelga de sus trabajos a misa y después la coloquen, bien adornada, en lo más alto de la edificación que estén llevando a cabo.
Luego vendrá el “moche” de parte del patrón quien para no quedar mal y cumplir con la tradición tendrá que llevar a la obra la comida, ya sea unos ricos pollos fritos, unos buenos kilos de carnitas o de barbacoa, una asada o “lo que sea su voluntad” pero sin olvidar claro, el agua de cebada, el tlachicoton, el pulmón, o ya de perdis el bacacha.
Para ello, y que la celebración se haga como marcan los cánones, el matrimonio formado por Bernardo Hernández y Leticia Valdés se dedican desde hace poco más de una década a la elaboración, adorno y venta de las cruces que serán utilizadas en las construcciones o también en las siembras que en esta época se empiezan a trabajar en esperanza de buen augurio.
Desde 40 centímetros de altura, hasta un metro y medio y con un costo que arranca en los 30 peso hasta los 300 pesos, los pedazos de madera cobran vida en sus manos y con la ayuda de su esposa las adornan con listones, flores y algunos otros elementos que las hacen ver en realidad hermosas.
San Mateo Tlachichilpan municipio de Almoloya de Juárez es su lugar de residencia, ahí mismo esta su taller, y desde ahí, estas cruces salen a diversos puntos de la geografía mexiquense para que mañana, como lo ordena el canon, sean bendecidas y repartan así parabienes entre los maistros, los chalanes y los media cucharas.
