Por: MVertti
Visitar Chapultepec es una de las experiencias más placenteras que he tenido que vivir. Quienes vayan a este bello lugar, podrán apreciar el verde lago, las lanchas, las ardillas corriendo por el bosque e incluso podrán subir al Castillo al que pueden acceder a través de un pequeño trenecito que los lleva por escasos pesos.
Una vez dentro del Atrio de Chapultepec, hay que abrir bien los ojos, puesto que de techo a suelo, el castillo está decorado con lo mejor de moda de la época francesa. Construido como casa de verano bajo mandato de Maximiliano I, que en la época del virreinato fue emperador de México al lado de su esposa Carlota Amalia de Bélgica, el castillo tuvo su auge durante la época de Porfirio Díaz, quien volvió a decorar y diseñar a su gusto.
Algunas veces, Porfirio decidía traer a sus amigos y realizaba grandes bailes en los que cada invitado lucía sus mejores joyas dentro de el exquisito gusto que compone el castillo, ¿pueden verse bailando o caminando entre sus jardines?
Como es de esperarse, de las primeras cosas que se alcanzan a ver es una de las carrozas en las que el mismo Díaz se transportaba, espléndida dentro de su estilo, se ve un tanto polvorosa por el paso del tiempo. Con forme avanza la visita, es increíble observar los maravillosos cuartos en donde habitaron los emperadores, presidentes y soldados.
Sin duda uno de mis favoritos es el cuarto donde Carmela y Porfirio dormían, solemne, acogedor, cálido y de paredes en tonos cremas con toques rosados, tal cual debiese ser una habitación de descanso, con unos ventanales por los que pareciese que el sol entrara a acariciar a sus habitantes. ¡Imaginen lo que era despertar en esos cuartos llenos de lujo!.
Por si no fuera poco, la tina de baño, deja entrever un espacio de relajación y goce, donde seguramente se elegía solo lo mejor para el uso diario. Sin duda el lugar creado entre jardines y vitrales, cuartos de lujosos adornos y la hermosa vista hacen de este espacio; ahora constituido como el Museo Nacional de Historia de la ciudad de México; un lugar de deseo que, considero prudente aconsejar, se disfrute al lado de sus seres queridos.