Por: MVertti
Un grupo de civiles se presenta cada año en el Hospital para el niño, donde regalan juguetes y libros para colorear, a cada infante que encuentran hospitalizado, y es que regalarles un momento de distracción, cuesta tan solo unos cuantos pesos o incluso sólo el tiempo de búsqueda.
Marlem, Rosaura, Celes, Miguel, Roy, Jorge, Rosy Moreno, Mayra Chiu, la familia Hernández, son sólo algunos de los ciudadanos que, por el gusto de ayudar, pasan meses recolectando ropa, zapatos, juguetes y cualquier artículo usado o nuevo para poder donarlo tanto a los niños hospitalizados, como a las familias que se encuentran afuera del lugar. Con el mismo amor con el que recolectan; este grupo lava, plancha, enmienda y empaqueta por talla y edad, para que todos se lleven algún objeto limpio, aunque sea pequeño.
Como cada año, se encuentran con gente muy necesitada que agradece lo poco o mucho que le dan; personas que no necesitan, pero cuya ambición ciega a tal grado que no paran de pedir. Pero, así también hay personas espirituales, mismas que buscan algo más allá de lo material y que aún sin tener nada, ayudan a quien tienen más cerca; tal es el caso de la señora María, quien tiene a su niño de 5 meses de edad, hospitalizado debido a una perforación de intestinos con la que nació, ayudando a los civiles a ordenar a la gente, comenta: “…La ayuda de Dios es la que más me hace falta, no me den nada, mejor hagan oración por mi bebé”, así se lleva sólo una oración que hay entre las cajas de cosas.
Casos como el de María, hay múltiples, y dentro del hospital, muchas más historias, como el de Lupita, una niña de 6 años de edad con cáncer, a quien le gusta lucir ante cualquier visita (aunque sea para donaciones), una hermosa gorra color rosa que le tejió su mamá; tan bella es su naturaleza, que incluso regresa los juguetes que le han dado dobles.
Ayudar es simple, sólo hace falta querer regalar algo que ya no usamos o donar un poco de lo que tenemos.
