Por Nicolás Gochy
Alfonso Rojas Hernández es un artesano de San Andrés Cuexcontitlán que ya está más que listo para celebrar el cumpleaños de la morenita del Tepeyac a todo lo alto, él se encarga de elaborar las imágenes que en unos días más estarán adornando nichos, estantes, espacios religiosos que se coloquen en escuelas, casas, negocios, fábricas y donde exista un mexicano fervoroso de la guadalupana.
De diferentes tamaños las hace, desde las de 20 centímetros hasta las de metro y medio de altura, todo lo que el cliente pida y que la patrona le permita, lleva ya varios meses elaborándolas como lo enseñaron sus antiguos, y si bien algunas técnicas se han mejorado y modernizado, lo que sigue intacto y tal vez más arraigado es el fervor religioso que acompaña su labor como artesano.
Y es que hace otras imágenes más, las hay de San Charbel, de San Miguel Arcángel, de San Juditas, del propio hijo de Dios, pero en secreto, ninguna imagen le motiva tanto como la Guadalupana, Su Guadalupana.
Por eso no le importa que los chinos le hagan una competencia desleal y poco ventajosa para él y las decenas de artesanos que aún viven de este trabajo, al fin que los chinos no tienen lo que tienen Alfonso y que se lo imprime a cada imagen que desmolda, que despasta, que pinta y adorna, el le imprime amor, harto amor por la morenita.
Y eso, en ninguna figura china lo ha podido sentir.