Cuando Juan y Fernando caminaban por las calles de la capital mexiquense sentían que algo faltaba, uno arquitecto y otro artista plástico intuían que algo podrían hacer por quitarle ese frio tono grisáceo que ronde las calles de la otro Toluca la Bella.
La idea rondaba sus cabezas, ellos sentían la ciudad suya pero alejada, les pertenecía pero no del todo… algo faltaba.
Así que un día decidieron tocar una puerta, preguntaron por el dueño de una vivienda y le pidieron permiso para hacer un poquito por la ciudad que tanto quieren.
El dueño del predio un tanto temeroso, accedió, y estos dos artistas, con una técnica conocida como fotograma a fotocopia en mano comenzaron a darle forma a un portón viejo que les brindaba un lienzo enorme sobre el cual trabajar.
Fernando Castillón Cuevas y Juan García Villaseñor, poco a poco, con mucha paciencia, con mucha dedicación, pero sobre todo con mucha esperanza avanzaban poco a poco, la solitaria labor de repente se coinvirtió en curiosidad entre los vecinos quienes veían como hora tras hora, la obra comenzaba a tomar forma.
Tal fue el grado de aprobación que lograron que poco a poco las peticiones de que el arte se replicara pero en las siguientes casas poco a poco fue llegando.
Así, la calle Leona Vicario en la colonia Sor Juana Inés de la Cruz, paso de ser una calle tradicional y sin mayor chiste, a ser una vialidad que llama la atención de manera sorprendente. Hoy los vecinos les gusta mucho más vivir donde viven, les gusta mas estar donde están y saben que hoy, sus casas están más cerca de un hogar, de ese hogar que tanto buscaron.
Ahora, el reto es seguir este tipo de trabajos en otras parte de la ciudad, en otras parte del estado y próximamente intentarán llegar a una de las ciudades más hermosas de México para poder darle un nuevo valor a una simple fachada o a un desvencijado portón.
