Por: Antonio García Varela
En el hospital «Luis Castelazo Ayala» de gineco-obstetricia del IMSS, hoy día, la mujer puede decidir entre un parto asistido para no sentir el dolor del mismo o tener al producto de manera natural para dar a luz como anteriormente nacían nuestros abuelos. Dar a luz de manera natural implica vivir la naturaleza del cuerpo humano en dolor, reacción y recuperación, esto va ligado a crear un vínculo más estrecho y humano entre la madre y el hijo.
La descomposición social tiene como fundamento la ruptura del eslabón de la cadena más importante de la sociedad; la familia, en muchos casos consecuencia de salir a cubrir las necesidades básicas y económicas propias del hogar.
Dejar a pupilos en guarderías o bajo la supervisión de alguien ajeno a la autoridad de la madre o el padre se ha convertido en práctica común propia de la vida moderna.
No está en juicio la capacidad de la mujer, hoy, la mujer puede prepararse y desarrollarse en cualquier actividad con la misma competitividad que un hombre en cualquier ámbito social. Sin embargo la sociedad tiende a priorizar y enaltecer la capacidad de la mujer casi en todo, pero ¿qué sucede cuando la mujer decide ser madre?
Las condiciones de su entorno parece las empujan a todo menos a promover su condición natural de ser madre y si a esto le sumamos las condiciones laborales que tiene que cubrir un jefe de familia, estamos hablando también de la ausencia del padre en el hogar y de su responsabilidad de guiar a los pupilos por la vida.
Hoy la sociedad está a prueba con fenómenos como el de la «ballena azul» donde en redes sociales se pone a prueba la capacidad existencial y de aceptación del adolecente para sentirse parte «de», este anzuelo cibernético tiene como fundamento llenar el vació de amor, comprensión y cariño que solo la madre y el padre pueden llenar, resaltando la naturaleza y el tacto protector natural de la madre como jefe moral de la familia para que desde el hogar ayude a evitar o morder este señuelo de destrucción a nuestros jóvenes, debe ser prioridad de todas las sociedades que tienden a descomponerse.
El más alto rango de jerarquía en la sociedad para salvaguardar a la vida humana debería retomarlo la mujer en su función y decisión de madre considerando la crueldad de esta prueba y de todos los excesos que impactan ya en las nuevas generaciones, drogadicción, alcoholismo, embarazos no deseados, dependencia etc.
Esta medida ojala se replique en todos los hospitales públicos con el fin de no olvidar quien dio la vida y por consecuencia quien puede recuperar el primer círculo de seguridad moral en la sociedad, la familia, por su naturaleza y no como un concepto conservador si no liberalizador de la condición humana de supervivencia como sociedad para priorizar la existencia de todos.
No olviden que para la biología los mamíferos no pueden sobrevivir sin el cuidado de mamá…