Desde hace más de 200 años, los habitantes de San Pablo Autopan suben al cerro del Perico donde reposan sus muertos, con la finalidad de hacer honor a los niños y niñas, fallecidos en accidentes y muertes tempestivas.
Durante los próximos tres días cada tumba se pinta con las hojas del cempasúchil color naranja y amarillo, velas y pan que forman parte de esta antigua tradición que actualmente hasta los niños disfrutan.
En honor a San Miguel Arcángel y Rafael, estas personas con palas en mano y podadoras limpian las tumbas de sus familiares, que para ellos en esta época, guiados por el olor de las flores y la luz de las velas regresan a tierra santa.
Son miles de tumbas que en conjunto forman un paisaje de luz y color que para la madrugada del 2 de Noviembre permanecerán toda la noche velando a los difuntos.