Abraham Martínez
Un nuevo trabajo
Acabo de notar que ella se movió una mesa más adelante, esta maniobra es muy ingenua, o bien, me dice que sabe esconderse muy bien. “Quien sabe esconder, sabe encontrar”, es una verdad que sigue vigente. Tengo la certeza de que comprobé el adagio de la Celestina esta mañana.
Murat está llegando, he notado su paso lento y algo defectuoso desde la esquina, conforme avanza se detiene a momentos para saludar algunos paseantes, seguramente alumnos, clientes o vecinos, o todo. En cada momento se quita el sombrero, según la vieja etiqueta, gesto que le ayuda a descansar un poco de su peso desequilibrado, pues no sólo se le fatiga la pierna buena, sino toda la cadera.
Saluda agitando el sombrero cuando me reconoce aún fuera del establecimiento. Me levanto para recibirle y acercarle la silla. Sin voltear demasiado a lo que pudiese estar detrás de él, tanto por cortesía como por no delatarme. Espejeándome, he vestido traje, abrigo y sombrero, todo en diferentes tonos de gris, un tono neutro y fácil de olvidar, es por eso que se llama a la gente resentida o melancólica con este mote, para denotar que su situación es un tanto oscura y que sus sombras emotivas provocan repulsión, pero esa desafección leve que hace voltear la mirada e ignorarles, sin llegar al asco. Provocar esta sensación es efectivo si se quiere mantener un perfil bajo.
-¿Cómo ha estado, joven?
-Con sus consejos y recomendaciones no podría estar mejor.
-Disculpe la demora, pero la cortesía estará siempre antes que la urgencia…
Murat saluda y se mueve agitadamente como la gente mayor que se complace a hablar y departir. Se embarca en un monólogo por varios minutos en tanto que la observo y pongo atención como puedo a sus palabras. El capitán nos presenta al mesero, quien nos toma la orden.
Llegué a la ciudad atendiendo un llamado de urgencia y aprehensión. Cuando hablé por primera vez con la señora Ximenes, reconocí de inmediato la situación, aunque no quiso extenderse por teléfono. Su hija, la mayor de tres hermanas, recién se ha casado y en los últimos meses ha presentado un comportamiento errático. Varias veces, por la tarde ha pasado a visitarla y contra su costumbre, no la ha encontrado y tarda en contestarle las llamadas, esto la hace “suponer, pero no quiere dar rienda suelta a la imaginación”, su esposo sale constantemente de viaje y, en las últimas semanas, también las hijas menores se le han hecho perdidizas.
Para mí fue sencillo entenderlo, una “hija de familia” le está siendo infiel a su esposo, la madre quiere averiguar lo que pasa, no tanto por preservar el honor del apellido, sino por anticiparse a la situación y hacer las consultas y ajustes necesarios para preservar el patrimonio de su casa. Las divorciadas suelen salir, de esta manera, a flote con el mejor provecho. Me vi tentado a legar el caso a un compañero, cuando hable con la señora exageré mis honorarios con la intención de que me rechazara, pero acepto pagar lo pedido.
Sabía bien que sólo me ocupaban casos menores y necesitaba un descanso, así que, con la perspectiva de un buen ingreso por un trabajo menor, tomé el llamado. Repartí mis expedientes entre conocidos, hice algunas llamadas para averiguar si había algún departamento libre a nombre de la Agencia en Gerona. Decidí viajar ligero.
Me entrevisté en una cocina económica fuera de la ciudad con la señora Ximenes, a la hora del ocaso a unos quince minutos de Gerona, un sitio familiar en el bosque sobre la carretera a Ciudad de México. Allí me “aclaró” varios aspectos de su situación, me resumió el noviazgo y la boda, los asuntos más recientes, la forma en que había llegado a sus dudas, un breve relato de sus hijas. La dejé hablar para que me ganase confianza. Lo más significativo para mí y de rigor fue que me facilitó direcciones, nombres de amigos, horarios de trabajo de ella –que consiguió de sus contactos en la universidad, datos sobre el empleo del esposo.
Dediqué una semana a conseguir contactos –Murat- y más información, he estado siguiéndola para contrastar su horario y sus actividades. Esta ciudad es pequeña y todo esto ha sido fácil de cotejar, pero este juego de disfraces me confunde, nada he visto que su propia familia no pudiese saber ya. Por eso he buscado contacto directo, que hoy inicié.
Abraham Martínez
Toluca, febrero de 2017
José Abraham Martínez Maldonado
Productor plástico y académico egresado de la UAEMéx. Maestro en Humanidades. Su trabajo engloba la práctica artística, la escritura y la investigación.
Se desempeña en la docencia del arte, las humanidades y el diseño desde 2008. Gestor e instructor en los Diplomados en Historia del Arte en el CCU “Casa de las Diligencias” desde 2015. Premio Arte Abierto, Arte para todos, 2011. Becario FOCAEM, 2010.