diciembre 23, 2024

Expresan ganadores del certamen “artesano mexiquense. Manos que dan vida” el significado de su labor

Expresan ganadores del certamen “artesano mexiquense. Manos que dan vida” el significado de su labor

En su gran mayoría herederos de una gran tradición familiar, las artesanas y artesanos ganadores del certamen “Artesano mexiquense. Manos que dan vida”, organizado por la Secretaría de Turismo a través del Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México (IIFAEM), hablan de lo que significa su trabajo, no sólo como una vía de sustento, sino como un oficio que les da satisfacciones personales.

Entre los de mayor trayectoria y prestigio, está la señora Gloria Palacios León, de la comunidad de Molino Bajo, municipio de Temoaya, quien bajo el apoyo y la instrucción del Banco de México y la empresa Tapemex, aprendió a elaborar los finos y laboriosos tapetes anudados a mano, que le han dado fama a esta región del Estado de México.

Doña Gloria empezó a realizar sus primeros tapetes en 1969, y, desde entonces, sus incansables manos han realizado millones de nudos para las innumerables piezas que ha realizado durante 50 años.

Con la sencillez característica de los buenos artesanos, Gloria da el crédito de su trabajo a la empresa que, en aquel entonces, les enseñó la técnica. “Es muy hermoso para mí y muy valioso y que bonita artesanía nos dejaron los de Tapemex”.

Hoy, sus hijos y vecinas, que han heredado la técnica y la pasión por este trabajo, se agrupan y apoyan para entregar pedidos especiales o bien para la elaboración de rebozos, servilletas deshiladas, muñecas o prendas de lana, cuando escasean los pedidos de tapetes.

Otro artesano de trayectoria es Othón Montoya León, del Pueblo Mágico de Metepec, que, desde los ocho años de edad, empezó a moldear sus primeras piezas de barro sin pensar que ese oficio llegaría a ser el sustento a lo largo de su vida.

A los 10 años de edad participó en su primer concurso y a lo largo de más de siete décadas ha seguido concursando en diferentes certámenes locales, estatales y nacionales, en los que ha obtenido numerosos reconocimientos, como el Galardón Nacional y el Galardón por Trayectoria, que se otorga como una categoría exclusiva en el marco del Gran Premio Nacional de arte Popular.

“Es mi oficio, nunca lo he dejado y no creo dejarlo”, dice orgulloso Don Othón, quien aprendió el oficio de su padre, y actualmente, sus hijos, nueras y nietos se dedican a realizar bellas piezas de alfarería, mismas que también han resultado ganadoras de concursos en distintos puntos de la entidad y del país.

Otro caso digno de mencionar, es el Rosario Núñez Flores, artesana originaria de la comunidad de Ixpuichiapan, Tenancingo, donde elabora el empuntado o “rapacejo”, considerada la parte más laboriosa de los ya famosos rebozos de Tenancingo, a los que ella dedica mucho ingenio y meses de esmerado trabajo.

Doña Rosario Núñez refiere que, a lo largo de su vida ha obtenido distintos premios, pero, sin duda, hasta ahora el más importante fue el Galardón Presidencial, que ganó en 2016.

A ella le gusta innovar y sacar nuevos diseños, pero también disfruta al reproducir antiguos patrones que han caído en desuso, e incluso han estado en riesgo de desaparecer, como el diseño de Cardón Partido, que se usaba hace más de ocho décadas y que ella se dedicó a rescatar.

“Ese Cardón Partido yo lo rescaté, ya tiene 85 años que se hacía, se estaba perdiendo y me dediqué a investigar cómo se hacía y lo rescaté”.

Con el propósito de no dejar perder la tradición del empuntado y el uso cotidiano del rebozo, ella formó, junto con otras siete personas, un colectivo que enseña a los jóvenes esta noble labor que han heredado por muchas generaciones.

Otro artesano de Temoaya, que lleva 20 años realizando finos tapetes anudados a mano, es Leonel Patricio Palacios, quien considera que, con su labor y la de su familia, contribuyen a preservar la tradición artesanal del Estado de México.

“Es lo que nos da identidad a nuestra comunidad y a nuestro municipio”, menciona Leonel.

Pero no sólo él aprendió de su madre el oficio de tejedor de lana, también sus hermanas y su padre, junto con otras personas de su comunidad, han hecho de esta actividad parte primordial de su vida y la principal fuente de recursos económicos para el sustento familiar.

La única que “rompió el molde”, es Sayra Sandoval Miramón, joven artesana de la comunidad de San Pedro Atlapulco, Ocoyoacac, quien no trae tras de sí una tradición artesanal heredada por su familia o amigos.

Tras aprender a trabajar con papel y cartón como parte de su formación teatral, hace cinco años Sayra decidió dedicarse a elaborar ingeniosas piezas pintadas a mano, con las cuales se ha ido abriendo camino como artesana cartonera, actividad por la que ha conseguido varios reconocimientos, y los recursos económicos que ha obtenido, le han servido como capital semilla para iniciar nuevos proyectos y seguir avanzando en su labor.

Comenta también que ella, junto con otras dos personas, decidió fundar la empresa Muñeca de Chocolate, con la que busca fortalecer la rama artesanal de Papelería y Cartonería, procurando siempre documentarse para que sus piezas reflejen, de forma precisa, la cosmovisión mazahua y otomí, que es su principal fuente de inspiración.

“Creo que la cartonería me ha transformado muchísimo. En un primer momento era un recurso que tenía para el teatro, pero con el tiempo me iba dando cuenta que a través de la cartonería podía plasmar, de una manera plástica, lo que estaba pensando y lo que me importaba”.

         

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