Ellas pertenecen al pueblo Jñatjo o Mazahua, visten su clásico atuendo compuesto de falda de manta blanca que remata con bordados de motivos de animales o florales. Sobre esa falda, usan otra de satín, de colores fuertes, amarillo, rosa mexicano, morado, verde, lila y azul rey. La remata una faja de lana muy larga, hecha a mano, que alcanza para darle varias vueltas a su cintura.
Ahora ya la modernidad y sobre todo el frio las obliga a usar largas calcetas de colores muy chillones y ahora ya no usan huaraches, ahora son zapatos de plástico o de lo que la economía permita.
Pero este día han dejado sus casas, sus parcelas, sus talleres y durante los siguientes 70 kilómetros, solo estarán a la expectativa de llegar, una vez más, a los pies de su virgen Morena, esa misma virgen que en este año les hizo el milagro de salvar al familiar de esa enfermedad, les concedió vida para ver a sus nietos, les hizo la caridad de permitir que su nuera se embarazara, le hizo caso a su suplica de que su viejo dejara el chupe.
Por eso y por mucho más, poco a poco, primero por decenas, luego pop cientos y al final por miles, las mujeres mazahuas del valle de Toluca su agruparon para iniciar a caminar, y dando un paso a la vez ir demostrando el amor que le tiene a la Reyna de México, su Reyna.
Y son ellas las que sonríen, cantan, caminan y no se doblegan, de repente pareciera que en el grueso de la procesión son ellas las que mandan, son ellas las que llevan la batuta, son ellas las que ordenan, los hombres las siguen, al final del día, son las mujeres mazahuas las que más quieren a la Morena del Tepeyac, los hombres solo se acuerdan de ella cuando las cosas se ponen feas en serio.
Hoy llegaran al poblado de Ocoyoacac, ahí como en los tiempos de Jesús, los mercaderes harán su agosto de las cuestiones religiosas, les venderán a los romeros desde agua embotellada, imágenes religiosas, zapatos para cambiar esos que en la caminata se rompieron y bálsamos para curar el cansancio y aligerar el peso.
Por la tarde noche avanzaran unos metros más para llegar a pernoctar en La Marquesa, donde dormirán, descansaran, rezaran y trataran de recuperar el aliento, la fe nunca la han perdido.