7. De noche
Están estacionados sobre la calle, doblando la esquina está su casa. La primavera ha avanzado y una suave llovizna se desata. El ruido de la avenida llega un tanto apagado a este pequeño rincón bajo los árboles. Llevan un tiempo platicando entre el recuento de algunos pendientes, las anécdotas y algunas bromas.
Ella toma su mano y le habla con ternura, lo sostiene y se sostiene. Él recibe cada una de sus palabras, las guarda para sí, aunque a veces sean duras. Estalla, pero comprende que, a veces, no se puede permanecer sereno y las acepta como expresión de sinceridad, pero últimamente, su pasión se ha hecho hiriente. Simplemente, la verdad es dura y el ambiente se ha recrudecido, la justifica.
Hasta el momento nada le podría reprochar, porque también él puede ser muy efusivo. Pero ha notado algo, últimamente el tema del feminismo se ha convertido en algo incómodamente recurrente y ha intentado evitarlo como sea, cambiando el tema, haciendo bromas o guardando silencio, queriendo dar a entender que no habla de lo que no lo involucra, eso es más política que ciencia o ideal en el que valga la pena pensar, no se desgastará en eso. Ella no se contiene de expresar enojo por sentirse evadida. Sin embargo, en general todo sigue bien.
Pasan los minutos y la lluvia arrecia. No importa, disfrutan, charlan y ríen sin revisar los móviles. Los días entresemana terminan entrada la tarde y suelen cenar, ir al cine y simplemente, buscar un lugar para hablar en lo que llega la medianoche. De cierta manera, hay poca diferencia, aparte de la intimidad, entre el tiempo en que eran amigos y ahora, los mismos cafés, las amistades, los espacios. Esto le da certidumbre sobre la relación y el camino que seguirá.
La luz dentro del auto está disimulada por las gotas que escurren. El vaho de su respiración, la hora y el frío invitan a la intimidad. A él le parece extraño que le guste repasar los recuerdos, el tiempo compartido no le parece tanto como para hablar de ello como anécdotas de antaño, pero lo acepta como un detalle significativo, aunque a veces le parece un preludio, nunca se concreta en otra cosa.
Cuando la conoció no se sintió especialmente atraído por ella, fue en una reunión con mucha gente, personalidades de la universidad, colegas, los alumnos e investigadores a los que apoyaba, una de las tantas ceremonias protocolarias que le gustan a los administrativos y que distinguen al instituto de otros de la República. Le fastidian este tipo de encuentros, pero los tolera por la buena compañía que puede encontrar allí, los amigos de siempre que también deben hacerse ver para representar sus departamentos y rendir pleitesía a los directivos y políticos que asisten. Más allá de esto, poco puede referirle de aquella tarde, estaba atendiendo un compromiso y no puso mucha atención. Lo significativo para él fue cuando comenzaron a trabajar juntos.
Ella le refiere que ya lo seguía desde hace tiempo en redes sociales y le gustaban los comentarios que subía.
-Somos amigos desde 2011.
-Pues, no recuerdo actualizaciones tuyas, habría revisado tu muro.
-Escribo poco.
-Me imagino que tampoco tenías tu fotografía como presentación, te habría notado de inmediato.
-Después me enteré que trabajabas con mi mamá y le pedí que nos presentara, ¡es cierto lo que dicen, siempre es la mujer la que ve primero a su pareja! Desde que regresé de Guanajuato esperaba la oportunidad.
El comentario lo conmocionó, comenzó a recordar fechas, a emparejar ciertos comentarios suyos con los meses que habían transcurrido hasta el momento y, si bien no pudo entenderlo en ese momento, un sentimiento de exasperación lo invadió de pronto. Entonces regresó a él un hábito que no le había molestado en años, alzó la voz y comenzó a hablar en italiano, se movía enérgicamente con la mirada ensimismada, repasaba los hechos, por momentos, era como si una cascada embravecida lo agitara.
Ella sólo escuchaba extrañada sin saber cómo detener lo que se había desencadenado, él mismo no lo sabía, parecía que algo lo obligara a hablar. Nunca lo había visto enojado, él mismo procuraba sus palabras y sopesaba las situaciones para evitarse disgustos, ahora no pudo contenerse.
-¡Perdóname, haz como si nunca los hubiera dicho!
Alzó aún más la voz, sólo después de unos minutos se hundió en silencio. En adelante permaneció alerta.
José Abraham Martínez Maldonado
Productor plástico y académico egresado de la UAEMéx. Maestro en Humanidades. Su trabajo engloba la práctica artística, la escritura y la investigación.
Se desempeña en la docencia del arte, las humanidades y el diseño desde 2008. Gestor educativo e instructor en los Diplomados en Historia del Arte en el CCU “Casa de las Diligencias” desde 2015. Premio Arte Abierto, Arte para todos, 2011. Becario FOCAEM, 2010.