Por: MVertti
Muy gris aparenta ser la fachada que alberga el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán, Estado de México. Sin embargo, lo que no muchos saben es que por dentro tiene un altar de lámina de oro.
Al estilo Churrigueresco mexicano, la edificación del Museo pertenece a un ex Colegio Jesuita donde sólo la alta sociedad española podía estudiar. Este lugar, data de entre 1670 a 1680 aproximadamente, y en la actualidad se destaca por poseer objetos pertenecientes a la época barroca y del virreinato.
Armaduras, espadas, lanzas, ropajes, tallas de santos y Cristos en piedra, madera y marfil, pinturas en miniatura, murales, y hasta ¡dedos de santas! son algunas de las curiosas cosas que se pueden encontrar dentro del Museo. Sin embargo su atractivo principal es el altar de la iglesia de San Francisco Javier, que ahora como parte del Museo y en oposición de lo que a primera vista aparenta, está construida con hoja de oro, mas no de oro puro.
Las figurillas del altar se tallaron en madera estufada, estucada y recubierta con hoja de oro. Al pasear al rededor es inevitable ver las caras de los ángeles que rodean a infinidad de santos y que por razones de persuasión de la época, están mirando directo a los ojos de quien le contempla. Muy a pesar de lo que cualquiera puede decir, considero que más que invitar a la religión, ¡invitan a filmar una película de terror!.
La experiencia de estar presente en un espacio así es sin duda inigualable, imaginen entrar a un lugar que grita ¡mírame soy dorado! y contemplar entre muchas formas, algunos rostros que más parecen demoniacos que angelicales, algunas hasta pareciesen vomitar parte del adorno del altar, otras con expresiones de miedo, angustia, sufrimiento y celestial “alegría”, a los cuales ilumina el día a través de pequeños ventanales que a cierta hora, parecen dar vida y voz a su voluminosa y escandalosa expresión.
Sin duda es un espacio de contemplación más que de oración, todo un manjar para los ojos humanos que gustan de este estilo más teatral, tétrico, saturado y que además buscan una experiencia diferente a la que están acostumbrados al entrar a una iglesia.