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Flores de cempasúchil, copal, colores lilas y verdes, morados, así es como se compone la gama de tonalidades de una tradición con más de 200 años que prevalece entre los pobladores de San Pablo Autopan y que pretenden conservar para las futuras generaciones. Así se vive el 29 de septiembre en el panteón La Aurora en Toluca, día en que conmemoran a San Miguel Arcángel, el abogado de Dios, como lo conocen algunos.
“Se trata de una tradición que nosotros tenemos desde siempre, cuando era chica mis papás me enseñaron a hacer esto y luego vino la muerte de ellos, aquí los conservo y los recuerdo, les agradezco que me cuiden”, dijo Josefina Nava González.
La tumba no es el final, coincide con su prima, mientras esparcen por la tierra y las cruces los pétalos de diferentes flores. Sobre todo el cempasúchil que la mayoría cultiva en esta zona norte de la capital mexiquense.
“Música ya no traemos, ni a menos la mundana sino la de oración, la que alegra las almas. Canto de difunto, algo alegre pero que no distraiga de nuestras costumbres o lo que venimos hacer”.
En una sola tumba podrían estar hasta tres o cuatro familiares. Tres o cuatro cruces que reflejan el principio y final de una persona que compartió con momentos que ahora se recuerdan con palabras y lágrimas.
¿Por qué es importante mantener la tradición? Porque todos vamos a llegar al mismo final, al descanso eterno: “dios fue difunto también, nosotros venimos a seguir la tradición de la vida después de la muerte”.
En esta región niños, adolescentes, adultos, ancianos sobre todo, llegan con gruesas de flor en la espalda y en los brazos, todos pasarán un tiempo en el arreglo del camposanto. “Los más jóvenes comienzan a tomarlo a juego, pero siempre regresarán a adornar nuestra última morada”.
