Con un gran arraigo en Tenancingo y en los municipios vecinos, el Carnaval “Música colores y serpentinas”, es una festividad popular que contribuye a preservar y enriquecer las tradiciones del sur del Estado de México, además de fomentar la convivencia de las familias.
Si bien se le documenta de manera formal a partir de 1985, existen versiones que indican que su origen se remonta al año de 1875 cuando, a inicios de la época Porfiriana, las clases acomodadas que habían adquirido algunas costumbres europeas, buscaban en qué gastar su dinero y bebían finos licores, como coñac y whisky, en puestos adornados elegantemente.
Cortinajes, cuadros de pinturas, flores y jarrones eran elementos que se utilizaban para decorar los puestos; las damas lucían disfraces variados, mientras se escuchaba la música de orquesta y bandas.
Mientras que las clases menos favorecidas consumían buñuelos, tamales, pambazos y atole, productos que hasta la fecha llenan las calles con sus distintivos aromas y exquisitos sabores.
Hoy en día este carnaval convoca a múltiples participantes de la sociedad e instituciones educativas, que se suman con entusiasmo al desfile, a través de ingeniosos carros alegóricos, que evocan desde tradiciones centenarias como el Día de Muertos, hasta bailables y comparsas con alegres coreografías llenas de movimiento, luces y colorido.
Los festejos marcan el inicio de la Cuaresma y arrancan con la elección del Rey Feo y la quema del Mal Humor, sigue con el tradicional desfile y continúa con la verbena popular en las calles del primer cuadro, donde se pueden encontrar antojitos o dulces como palanquetas, frutas cristalizadas, alegrías y toda la variedad de la confitería típica.
De acuerdo con Wenceslao Romero García, Director de Inversión de la Secretaría de Turismo, el Carnaval de Tenancingo atrae a visitantes de diferentes municipios de la entidad, e incluso de otros estados de la República, quienes estimulan la economía local mediante el gasto en hospedaje, transportación, consumo de alimentos y artesanías, al tiempo que conjuga la tradición de las celebraciones litúrgicas previas a la Semana Santa.
En este festivo entorno se desarrolla también la Feria del Jarro, que ocupa un lugar especial dentro de las festividades del Carnaval de Tenancingo, y en la que maestras y maestros alfareros de Atlacomulco, Metepec y Tecomatepec, así como de los estados de Michoacán, Puebla y Guanajuato, muestran y venden una gran variedad de piezas de barro, que a la fecha son reflejo de nuestras más profundas raíces.
“Tenancingo no es nada más el carnaval ni los temas de la feria del obispo. Tiene bastantes atractivos turísticos; el primero es que la gente viene por el clima, tiene un clima muy agradable, estamos muy cerca de Malinalco, tiene una conectividad carretera muy bien hecha.
“También los turistas ya buscan la tranquilidad, buscan un pueblo típico buscan gastronomía tradicional y que en este caso el obispo en Tenancingo, pues bueno, nos deja muy bien parados a todos en el Estado de México”.
El Carnaval de Tenancingo da inicio el primer lunes previo al Miércoles de ceniza; de este año arrancó el 12 de febrero y terminará el próximo 25 de febrero.