Por: Nicolás Gochy
El pasado 28 de agosto, hace casi solo cinco meses, el secretario de transporte del gobierno estatal Isidro Pastor Medrano y la alcaldesa de Toluca, ahora con licencia, Martha Hilda González Calderón convocaron a una conferencia de prensa para, con rostros desencajados, anunciar una serie de medidas para frenar las arbitrariedades del pulpo caminero luego de que uno de estos matara a una menor al atropellarla junto con su mamá en pleno centro de Toluca.
No habrá tolerancia ante irregularidades de los transportistas y no más amonestaciones, decían los funcionarios, estarán realizando operativos para retirar de la circulación todas aquellas unidades que operen fuera del reglamento anunciaban con bombo y platillo.
Incluso el secretario del transporte intento ir más allá al señalar que no se trataba de acciones persecutorias, sino de un estricto cumplimiento de la ley y el reglamento en beneficio de la sociedad.
Entre las acciones que estarían prohibidas y serian sancionadas destacaba la existencia de relojes checadores, gritones, vidrios polarizados, cortinas y música estruendosa.
Hoy, en la línea de autobuses que recorre la ruta Seminario Los Sauces se aprecian fotos de conductores de unidades que siguen trayendo consigo al gritón, al chuchupo, al pareja o como se le quiera llamar y que incluso van más allá, llevan sentada a un lado a la pareja sentimental en turno.
La cara de desencajados ya no la tiene, ni mucho menos, es obvio, la intención de regular el transporte en Toluca.
