Han pasado más de dos meses de que Sacrisanta Mosso no encuentra la paz, le fue robada cuando uno o varios asesinos, con brutalidad desmedida, asesinaron a sus dos menores hijos, una jovencita de 17 años y un menor de solo 12 que fueron ultrajados en el interior de su domicilio ubicado en lo que Eruviel Ávila sigue pensando que es el mejor municipio de la entidad, por algo lo ha gobernado un par de ocasiones, el suyo, su Ecatepec.
Hoy, acompañada del sacerdote Alejandro Solalinde acudieron a la procuraduría mexiquense para intentar reunirse con el procurador estatal y saber si existe un avance, aunque sea mínimo, sobre el caso de sus hijos. La esperanza aun le permite moverse, sabe que será difícil, sabe que probablemente nunca encuentre la justicia, lo sabe de otros casos, lo ha leído, pero no se dará por vencida.
Ese cuatro de agosto la ha marcado más que cualquier otra fecha, ahí perdió a lo que más quería, al entrar a su casa en la colonia Viveros de Tulpetlac su mundo se colapsó.
Karen la jovencita de 17 años era estudiante del quinto semestre del CCH Vallejo, de la UNAM.
Erik su hermano menor de 12 años estaba por entrar a la secundaria y tenía la ilusión de estudiar robótica.
Reportes de la policía señalan que el cadáver de Karen yacía en el baño de su casa, con signos de golpes y un cinturón atado al cuello, además de que se presume, fue abusada sexualmente.
En tanto, el cuerpo de Erick estaba en una de las recámaras con las manos amarradas con una extensión eléctrica y huellas de asfixia.