Por: José Óscar Valdés Ramírez
La Ceguera, La Casa Blanca, él mismo lo dijo, exhibió a su administración. Enrique Peña Nieto se consume en el letargo del olvido, acaba su sexenio con más pena que gloria. Desaprobado por el pueblo de México el día 1 de Julio le dio su epitafio «no más continuidad». Sus reformas estructurales fueron un fiasco total, la educativa simplemente no permeó y quedó sin efecto, las demás veremos si se mantienen.
El Presidente está y sigue solo, su defensa endeble para defender sus logros queda anulada por los casos de corrupción que toleró en su sexenio, Odebrecht, Ayotzinapa, Tlatlaya, Nochixtlán, La Casa Blanca, La estafa Maestra, el Socavón, Pemex, Lozoya, Romero Deschamps, Emilio Gamboa, la casa de Malinalco, Profeco, sus alfiles los exgobernadores ladrones que él mismo presumió como «la nueva clase política del país», los hizo gobernadores -él es el responsable-, hay tela de donde cortar para iniciar responsabilidades por omisión.
La gestión de Peña se torna en una opereta, misma que me recuerda a «El traje nuevo del emperador» (Keiserens nye Klæder), también conocido como «El rey desnudo», cuento de hadas del danés Hans Christian Andersen y publicado 1837.
Peña Nieto no supo o se quedó en su nube, nadie le dijo que perdió el rumbo.
Sus amigos se enriquecieron sin mesura, fue como Felipe Calderón o como Vicente Fox y como los expresidentes de la República que lo antecedieron… «al pueblo ni lo ven ni oyen». Calderón dejó a Genaro García Luna acusado de nexos con el narcotráfico y lo aguantó. Fox calló sobre los escándalos de los hijos de Martha Sahagún, Peña dejó que Luis Videgaray manejara el país y que metiera más del 80 por ciento del gabinete -por eso ambos son responsables del desastre-.
Peña Nieto y Videgaray son los responsables de la catástrofe que dejan en la nación, dejan un país con una deuda impresionante, en la total opacidad. El Presidente se volvió ciego, el mal de Milton lo persiguió todo su sexenio, nunca vio la corrupción e impunidad de sus colaboradores, él mismo carece de autocrítica -ya vendrán los escándalos de sus fiestas de disfraces, las borracheras de su sexenio-, sus colaboradores cuando sean investigados le darán la espalda -su estrategia es que aguanta todo-, negocio-impunidad, nada más alejado de la realidad.
La justicia le llegará de sus propias huestes, no de Morena, no del Presidente electo, Peña deberá leer en el exilio a Escipión en sus memorias en la traición de Roma: “He sido el hombre más poderoso del mundo, pero también el más traicionado», así comienza Publio Cornelio Escipión sus memorias en La traición de Roma.
El Presidente no escucha a nadie, debieron decirle que la carne de periodista es mala, la comunicación y la transparencia nada más no se le dió, respondió con la víscera, en pocas palabras…»le quedó grande la silla». Nada que recordar, tuvo el poder de transformar el país, lo hundió en la corrupción e impunidad, llevó al PRI a la extinción, es la muestra de cómo no debe gobernarse una nación.
Enrique Peña Nieto si desea una explicación debe estudiar la batalla de Arausio, una falta de coordinación hace años llevó a Roma a su peor tragedia conocida como: «La traición a Roma», la batalla de Arausio, tuvo lugar el 6 de octubre de 105 a. C. en algún lugar entre el poblado de Arausio, actual Orange (Francia), y el río Ródano. Roma envió a dos ejércitos para interceptar a las tribus migratorias de cimbrios y teutones, dirigidos por Boiorix y Teutobod, los resultados fueron devastadores.
Las pérdidas romanas se elevaron hasta 80 mil legionarios -entre 10 y 12 legiones-, y prácticamente la totalidad de tropas auxiliares y personal no combatiente -alrededor de 40 mil más-, esta pérdida desbancó a la batalla de Cannas como el peor desastre militar de la historia de Roma.
La batalla de Arausio, fue la máxima derrota, el mayor desastre militar en la historia de la antigua Roma, por una falta total de coordinación aunado al motivo principal de la disputa que era el origen de Malio Máximo era un homo novus, esto es, un hombre que procedía de la nobleza rural y no de la aristocracia, algo que Quinto Servilio no aceptaba por orgullo, negándose a servir bajo sus órdenes.
Los cimbrios y los teutones sabiendo esto, bajo el mando de rey Cimbrio Boiorix se encontró a un ejército dividido, de ahí la máxime «divide y vencerás. Un dato duro, sobrevivieron a la batalla de Arausio el procónsul Quinto Servilio Cepión así como el cónsul Cneo Malio Máximo, en Roma fueron juzgados diez años después. Cepión fue acusado de pérdida de su ejército y condenado al exilio perdió la ciudadanía romana y se le hizo pagar una multa de 15 mil talentos murió exiliado en la ciudad de Esmirna, Turquía.
Malio Máximo perdió a sus hijos en la batalla y fue acusado por los mismos cargos, murió también en la exilio -en Roma se prohibió hablar de ellos-, se sabe la historia pues con posterioridad el cónsul Cayo Mario derrotó a los cimbrios y teutones y reescribió la historia, ocho años después.
Peña Nieto enfrentará el juicio de la historia, desde su mansión en Ixtapan de la Sal, fue un Presidente ausente, lo sigue siendo, nunca vio o no quiso ver nada. John Milton en su libro épico Paraíso Perdido, trata de una epopeya con un tema bíblico en la caída de Adán y Eva, donde intenta explicar el origen del mal y responder a la incógnita ¿Por qué un Dios bueno y todo poderoso lo permite?
En México ya no podemos dejarle a los gobernantes que los castigue la divinidad, debemos aplicar la ley a rajatabla, no más impunidad, no más corrupción. Esa fue la voluntad del pueblo de México… ¡Justicia! Y debe empezar por los responsables que se sintieron dueños del país, esta pesadilla esta por terminar y toca a los ciudadanos no permitir que vuelvan a saquear al país, no más mal de Sísifo, la sentencia de este 1 de julio está vigente. Obligar a todos que respeten la Constitución.
Peña fue absorto, el Milton de la política, el rey desnudo, su sello, la frivolidad, su legado, la impunidad que genera corrupción, no castigo ni castigará a nadie, es polvo de aquellos lodos. Debemos exigir castigo a los saqueadores del país, no más ladrones, no más impunidad, aplicar la ley aquí y ahora, es la vox populi vox dei… ¡La voz del pueblo es la voz de Dios!